Resum:
No es hasta finales del siglo XX cuando
aflora la preocupación por la toxicidad para la salud humana y para el medio ambiente, de los materiales utilizados en grabado y cuando se proponen fórmulas de mordientes alternativos a los ácidos.
Algunas de ellas ya eran conocidas, como
el uso del cloruro férrico. Otras son formulaciones nuevas, pero que están basadas en componentes que se utilizaban antiguamente, como son los sulfatos y las sales. Puede afirmarse, por tanto, que la investigación de nuevos materiales
y procedimientos supone, en definitiva, un
renacimiento de los compuestos primigenios
del grabado. Y dentro de esta línea, el estudio de los manuales antiguos nos aportan soluciones alternativas a algunas prácticas poco saludables que practicamos en la actualidad.