Resum:
El desarrollo industrial del siglo XX ha conllevado un notable incremento y transformación de los lenguajes artísticos, que también ha afectado al grabado, ampliando los recursos de los grabadores de una forma impensable en generaciones anteriores.
Recientemente, sin embargo, han aflorado interrogantes y reflexiones acerca de la sostenibilidad de los procedimientos y materiales que se utilizan y se han valorado sus implicaciones en la salud del artista y en el medio ambiente.
En el arte de grabado los riegos son elevados dadas las características de la maquinaria, las herramientas y los productos usados. Las prensas de grabado tienen que ser manipuladas correctamente y vigilar con posibles golpes de manivelas, enganches de los dedos y de prendas holgadas en los ejes del manubrio o en la platina. En algunos talleres de grabado, la cizalla de cortar el metal no esta protegida para evitar amputaciones de los dedos. Las herramientas tales cómo las gubias, los buriles, las puntas o los rascadores, para la madera y el metal, deben estar bien afiladas para cortar o incidir en la matriz sin embotarse, con el consecuente riesgo de acabar con cortes en las manos si no se usan con las debidas precauciones. Por último, un potencial peligro en los talleres de grabado tradicionales son la elevada toxicidad de muchos de los productos que usamos, tales como los disolventes para limpiar planchas, rodillos y herramientas, los mordientes compuestos de ácido nítrico o clorhídrico, los barnices, las resinas y las tintas. La mayoría de estos productos producen vapores tóxicos causantes de problemas respiratorios, migrañas, reacciones cutáneas y alérgicas, entre otras molestias y, además son contaminantes y poco respetuosos con el medio ambiente.
Los talleres de grabado ya sea por economía o tradición, no suelen tener las medidas de seguridad e higiene necesarias para eliminar, en lo posible, los riesgos citados: Habitualmente estan mal ventilados o con extractores deficientes, no disponen de armarios de seguridad para los productos inflamables, ni detectores de humo o salidas de emergencia adecuadas. No todos los talleres disponen de recogida selectiva de residuos y muchos productos son eliminados indiscriminadamente por los desguaces, contaminando los acuíferos.